Cada momento en que la vida se ha dividido en multiples posibilidades nos lleva a este instante cuando todo esta listo, cuando ya no hay vuelta atrás, debo confesar que por mas preparados que creamos estar siempre hay un poco de fé involucrada donde creemos que todas las posibles situaciones están resueltas, pero muy en el fondo sabemos que es imposible.
Finalmente el traje está sellado, aislado, creando mi propia atmósfera, durante unos minutos? Segundos? Años?, dejémoslo en “espacio de tiempo”, este traje me convertirá en un pequeño planeta que solo yo habito, yo y las bacterias que también hacen parte de mi organismo.
Ingreso en la cámara, desde donde puedo ver el haz de luz golpear el núcleo de Moscovio 115, elemento polémico, sintético, poco a poco empieza a vibrar, todo vibra, todo se hace confuso, todo sale de foco, se detiene, estático, pero vibra, realmente difícil de describir, el portal, si así podemos llamarlo, se traga todo lo que puedo ver, mi cuerpo se estira y se contrae al igual que todo a mi al rededor, lo que antes era definido dejo de serlo, es una linea infinita, es habitar un espectrograma, el portal crece, todo se hace oscuro, y en un instante, ha terminado.
GJ 436T, rocoso y con atmósfera, ubicado a solo 30 años luz de la tierra, es un planeta habitable, con escasa vida pero condiciones para su terraformación, suficiente oxigeno, suficiente agua. Me encuentro un poco confundido, doblar el espacio-tiempo es algo agresivo con el cuerpo humano, a los gatos les va mejor, Dentro del éxtasis y el asombro dominante, una idea palpita con fuerza, una idea de desvanece todo lo demás, me dirijo a la central de observación, abro la claraboya que permite que el enorme lente del telescopio observe el cosmos, pero mi interés tiene un lugar especifico, dirijo la mirada en dirección a la tierra, enorme, azul, perfecta. Sé, que en un campo de suaves colinas, abrigadas por el pasto, el cielo esta despejado, es un cálida tarde, puedo acercarme cada vez mas hasta que lo encuentro… hasta que me encuentro… ahí estoy, de 12 años caminando de la mano de mi madre, mirando las aves que van y vienen y cambian de dirección, fascinado, envidiando su capacidad de volar, casi puedo leer mis labios mientras te digo con voz infantil que algún día quiero volaré por el cosmos, mas allá del cielo, mas allá de las estrellas, pasando sistemas, quasares y nubes de polvo estelar, con los ojos grandes y la emoción en cada célula, te cuento como imagino otros planetas, las estrellas, sus habitantes, y tú, tu mano y tus ojos que me miran, me aseguran con un beso en la frente que así será.